sexta-feira, 1 de janeiro de 2010

Texto de Ana Rodriguez para a Vagabundagem Dance Uncia


La Vagabunda

de Paola Rettore

La vagabunda es un fragmento de tela translúcida y un poco tiesa que tiene la propiedad de enrollarse de una sola vuelta a toda estructura vertical rígida. Es un tutú de bailarina en desuso, es un elemento horizontal capaz hacer notoria la verticalidad de cualquier árbol o poste callejero. Es también una pesada tela de cortina que no procura ya ninguna oscuridad para la intimidad. Es un vestido que funge de red de pesca para una escena en la que la misma mujer hace el rol del pescador y el rol del pez, o mejor de cazador y su presa.

La vagabunda es una metáfora de la movilidad, pero no de toda movilidad sino de aquella operada por una subjetividad minoritaria o aminorada, feminizada, infantilizada. El signo dominante –masculino, fijo, inmóvil, castrante- intenta atrapar el signo de todo aquello que se escapa a él, de fijar el signo de su propio desborde.

Por una parte, la movilidad se refiere a la estrategia de impedir que el signo de esta subjetividad sea fijado, es decir a la práctica concreta –ya altamente trabajada desde hace 40 años- de resistirse a ser crucificada por elementos de labores domésticas (por la escoba y el trapeador en cruz) o a ser ahorcada por una cortina de baño en plena acera pública, o a ser quemada en la hoguera de la rutina alimenticia.

Por otra parte, el vagabundagem es la errancia, la imprecisión. Vagar o divagar se refieren a dejar de ver (a "des-ver"). Vagabundear era antiguamente un sinónimo de soñar. La vagabunda es aquella que aporta la ambigüedad en su gesto: atada, debatiéndose con aquello que la ata, ella es capaz de construir un sentido para ese "estar atado", hace del vestido que busca contenerla un hábitat, ubica diáfanamente en el lugar del árbol o del poste o del hidrante el lugar de un cuerpo ausente.

Ana Rodriguez

Nenhum comentário:

Postar um comentário